Frases como “Gota a gota, el agua se agota” o “Sé el cambio que quieres ver en el mundo” nos llevan a reflexionar sobre nuestro accionar en torno a la atención que le estamos prestando al medio ambiente, más puntualmente en este caso, al recurso agua.
Cada año desde 1993 se celebra el Día Mundial del Agua (22 de marzo) con la finalidad de inspirar acciones y crear conciencia en torno a la crisis mundial del agua y también hablar sobre el saneamiento; es decir todo lo relacionado con lo que ahora conocemos como el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6; puesto que 2000 millones de personas viven todavía sin acceso al agua potable, según Naciones Unidas.
Una preocupación real
Recientemente, el Banco Mundial reveló que 150 millones de personas están viviendo en áreas con gran escasez de agua y estas cifras podrían ir empeorando a raíz del cambio climático, lo que es alarmante y pone en manifiesto la importancia del líquido elemento en nuestras vidas y su posible falta en un futuro. Al respecto, 94% de los encuestados por el Vagón de Opinión Pública de Ipsos CIESMORI manifestaron que les preocupa la escasez o falta de agua en un futuro; de ese total un 84% manifestó que le preocupa mucho esa posibilidad.
Asimismo, es importante destacar que aquellos cuya edad van de los 56 años a más (97%) y las mujeres (97%) son los que sienten una mayor preocupación, en comparación de los jóvenes de 18 a 25 años (93%) y los varones (92%).
Ellas, las más preocupadas
La preocupación en el género femenino en cuanto a la escasez de agua, es notable y podría originarse en el hecho de que las mujeres y las niñas son las encargadas de recolectar agua en el 80% de los hogares sin acceso a agua corriente. Un claro ejemplo de esta realidad es lo que sucede en el Paraje Pozo del Toba, en la provincia del Chaco en Argentina; donde las mujeres y niñas deben caminar varios kilómetros hasta una laguna para obtener agua, esto según informes del Banco Mundial.
Mas no sólo es el trabajo de acopio de agua lo que pone en evidencia la brecha de género al momento de hablar del recurso hídrico, sino también un factor que destaca UN – Water (ONU-Agua) y es el que, tanto para las mujeres como para las niñas, el saneamiento tiene una estrecha relación con la seguridad personal; ya que el tener que ir al baño al aire libre o compartir las instalaciones con hombres y niños, las pone en mayor riesgo de abuso y agresión.
Una perspectiva a partir de la edad
En cuanto a la diferencia en el grado de preocupación entre los más jóvenes (18 a 25 años) y aquellos que pasaron los 56 años, existen algunos datos que dan ciertas luces en torno a ese contraste: A lo largo de su vida, este último grupo poblacional (56 a más años) pudo haber sido testigo de un mayor número de decesos de infantes, pues según la CEPAL, cada día, alrededor de 1000 niños mueren debido a enfermedades diarreicas asociadas a la falta de higiene por no tener acceso al agua. Otro dato publicado por Naciones Unidas que debe ser destacado, revela que aquellos menores de 25 años no tuvieron muchos padecimientos en lo que refiere a acceso al líquido elemento, dado que entre 1990 y 2015, la proporción de población mundial que utilizaba una fuente mejorada de agua potable pasó del 76% al 90%.
En este punto, a pesar de las diferencias entre grupos poblacionales, se debe subrayar que la preocupación ante una posible escasez de agua es generalizada.
La necesidad de una norma
Hace ocho años el mundo se comprometió con el ODS 6 (Agua limpia y saneamiento) como parte de la Agenda 2030: la promesa de que todos tendrían agua y saneamiento gestionados de forma segura para 2030 y esto significaba llevar a cabo un trabajo que en cierta medida podría ser catalogado como titánico; dado que Naciones Unidas reveló que 1 de cada 4 personas en el mundo carecen de agua potable y el 44% de las aguas residuales domésticas no se tratan de la manera adecuada y por consiguiente el desperdiciar el agua en ese contexto, sería en verdad una terrible falta, infracción que debería ser castigada.
Consultados sobre el apoyo a la implementación de una norma permanente que sancione a través de una multa a las personas que desperdicien agua, el 90% de los participantes del estudio de Ipsos CIESMORI declaró que sí impulsaría la aplicación de esta; siendo las mujeres (93%) y los mayores de 56 años (93%) los que nuevamente se inclinan más por ese punto de vista.
La posición adoptada por las mujeres ante esta posibilidad sancionatoria, pone al descubierto una realidad que no sólo está lejos de tener consciencia sobre el cuidado del agua, sino también de una gobernanza igualitaria en temas de género, ya que en menos de 50 países se cuentan con leyes o políticas que mencionen específicamente la participación de las mujeres en el saneamiento rural o la gestión de los recursos hídricos, esto según ONU-Agua, lo cual es por demás negativo, dado el nivel de responsabilidad que ellas demuestran tener a través de sus declaraciones.
De igual forma, este apoyo demostrado sería el reflejo de la preocupación de la población en torno a que, sin la existencia de una gestión más eficaz, millones de personas seguirán muriendo cada año, sin dejar de lado el hecho de que se seguirá perdiendo biodiversidad y resiliencia de los ecosistemas, minando la prosperidad y los esfuerzos realizados en pro de un futuro más sostenible.
Todas estas cifras permiten aterrizar en una realidad cada vez más dura y exigente con la responsabilidad medioambiental, dependerá de nosotros y de acciones conjuntas de todos los actores sociales, políticos y empresariales que se frene el desastre que se avecina al momento de hablar de la escasez de agua.