La existencia de productos de segunda mano o mercados que los ofrecen, no son algo nuevo. La compra y venta de objetos usados tiene tanta antigüedad como el comercio mismo.
La economía de segunda mano destaca, no sólo por el hecho de ser barata y accesible para varios miembros de la sociedad, sino también porque esta forma de consumo permite dar una segunda oportunidad a todo aquello que aún tiene la capacidad de ser útil.
El último estudio realizado por el equipo de Ipsos CIESMORI pone en evidencia que, en las ciudades capitales del eje de Bolivia, el 25% de los jóvenes cuya edad va entre los 18 y 25 años casi siempre adquieren productos de segunda mano; mientras que el 21% que están entre los 26 y 40 años, se inclinan más por nunca realizar ese tipo de compras.
Se podría suponer que este tipo de hábitos guarden relación con el nivel de ingreso económico (a mayor edad, menor la tendencia a comprar artículos de segunda mano) o mera decantación por marcas o productos; aunque también podría deberse a la preocupación por el medio ambiente y lo que ahora se denomina economía colaborativa, fenómenos económicos y sociales que en el último decenio han modificado los hábitos de consumo de las personas.
El lugar de compra
La digitalización de la sociedad ha impulsado el crecimiento de los mercados y las ofertas que reciben los consumidores. Esta modernización de los procesos de compra y de venta ha hecho posible que aparezcan los denominados marketplaces y su propio estilo de negociación y adquisición; en ese sentido, es importante destacar que, al menos cinco de cada diez paceños mencionó al Tracker de Ipsos CIESMORI que realizaban sus compras de productos de segunda mano a través de publicaciones en redes sociales como Facebook o grupos de WhatsApp, lo que demuestra una vez más la importancia de las plataformas digitales para este tipo de transacción.
El espacio digital, también es el preferido de los varones, ya que la mitad de los entrevistados declaró que encuentra y compra productos a través de esa vía.
Si bien el nuevo modelo de consumo tiene bastante relación con internet y el uso de las nuevas tecnologías, no se puede dejar de lado el contacto directo entre el comprador y el vendedor. En ese aspecto, el Tracker nos permite observar que sigue existiendo una decantación por las compras de productos usados en ferias zonales o de barrio, en especial entre los alteños, pues nueve de cada diez de ellos realizan sus compras en esos lugares; asimismo, cabe resaltar que, precisamente en esta ciudad, se desarrolla una de las ferias populares más grandes de Latinoamérica: la Feria 16 de Julio, en la que se encuentra una amplia variedad de artículos de segunda mano.
Hablar de compras de segunda mano y toda la dinámica que se crea a su alrededor, debe también llevarnos a pensar en las dos caras de una misma moneda.
Por un lado, toda esa tendencia que busca proteger el medio ambiente y crear un consumo responsable, con acciones destacadas, como la ReFashion Week de NY 2020, una iniciativa valorada positivamente por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, dado que está destinada a concienciar acerca del impacto ambiental de la industria de la moda, y promover un consumo más responsable.
Por otro lado, el perjuicio económico a los productores que puede ocasionar el consumo de artículos usados; se observan datos preocupantes, revelados por la Aduana Nacional de Bolivia en torno al contrabando de productos de segunda mano, sobre todo de prendas de vestir; en siete operativos estratégicos y de rutina, llevados a cabo en distintos puntos de inspección aduanera del departamento de Oruro, se incautó mercadería valorada en 1,3 millones de bolivianos, que representan un enorme daño para la industria textil del país.
Finalmente, cabe mencionar que el consumidor decide sus compras de productos de segunda mano, en función a una realidad que incluye su economía, consciencia de consumo equilibrado y responsable así como su percepción respecto a la economía productiva del país.